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La dirección en la que pastan las vacas, aterrizan los patos y defecan los perros

Desde hace más de 50 años, numerosas investigaciones han demostrado que muchos animales son capaces de percibir los campos magnéticos de la tierra. Todo indica que es esta percepción la que guía a las aves migratorias para que realicen sus largos periplos en busca de la mejor estación y alimento y también sería esta capacidad la que permitiría a las tortugas hallar las playas donde nacieron para poner sus huevos o a los salmones regresar al río del que salieron al iniciar su vida.

En cuanto a la razón de esta preferencia las hipótesis son variadas y ninguna plenamente demostrada. Tal vez se trate de la influencia que la orientación tiene en ciertos procesos fisiológicos (al fin y al cabo, en los humanos el período REM del sueño varía según la orientación del cuerpo), o bien pueda deberse a tener un camino común de salida en caso de un ataque o tal vez seguir un cierto orden a la hora de comer en un prado siguiendo ciertas líneas. Cambiemos de especie y analicemos el vuelo de los patos, en realidad más que los vuelos, los aterrizajes porque estas aves -entre otras- cuando toman tierra lo hacen también en dirección N-S con la cabeza mirando en dirección septentrional. El estudio se realizó en más de 2.000 bandadas de aves y se comprobó que la dirección de aterrizaje era independiente del viento, posición del sol o incluso de la dirección inicial del vuelo. Aunque se dirijan al sur, para aterrizar, los patos cambian el sentido de su vuelo y lo hacen en el eje N-S.


Si el campo magnético es estable, los perros defecan en dirección NS. Aún hoy no se conoce con certeza cómo consiguen los animales determinar con exactitud donde está el norte. La presencia del mineral magnético magnetita en ciertas bacterias y también en el cerebro de algunos animales podría ser una explicación. Otros estudios apuntan que el campo magnético terrestre alteraría ciertos pigmentos en la retina lo que permitiría a los animales visualizar de facto estos campos magnéticos. Sea como fuere, lo que es evidente es que muchos animales conocen dónde está el norte magnético y le dan a esta habilidad usos de lo más variados.


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